lunes, 10 de mayo de 2010

Mi primera boda gay

Si hay una cosa que he aprendido este fin de semana, es que las maricas malas tenemos que comernos nuestras palabras casi siempre.

Todo empezó en el ascensor. Mientras David, Coque y yo acabábamos de arreglarnos frente al espejo, les comenté que a ver quién era la primera de estas maricas en llorar… porque imaginaba que alguien se emocionaría en exceso. Evidentemente, acabé llorando como el que más.

La boda oficial había sido el jueves. La boda popular era el sábado. En un entorno de un blanco impoluto y a ritmo de chill-out, los amigos de los novios (veníamos tanto por parte del novio, como del novio) nos íbamos juntando, reencontrando y conociendo. Hasta que llegó el momento.

El que oficiaba el acto lo inició con humor, haciendo bromas a Rouco y demás, que es algo que los gays reimos mucho. Y tras eso, la primera lectura, de la hermana de uno de los novios. Muy gallega ella. Breve y de acento marcado, pero diciendo verdades como puños. Concisa y efectiva. Ya se empezaron a oir pañuelos mocosos. Y sí, a mi se me metió algo en el ojo. A mi y a tres invitados que tenía detrás, que los oí comentarlo.

legó el momento de los votos entre los novios. Noté como David me cogía del brazo, pero no le miré directamente, porque sabía que me echaría a llorar. Unos votos preciosos, llenos de sentimiento. De historia. De humor. Y lágrimas, tanto en el informal altar, como entre los comunes. Más de uno tuvo que dejar la cámara de lado para secarse los ojos.

Aplausos para animar a los novios cuyas voces se entrecortaban por los nervios y la emoción. Creo que ni en Candy Candy había tantos ojos llororos, pardiez!

Tras eso, la madre del otro novio dijo unas palabras de madre orgullosa. Aquí es cuando no pude aguantar más. Todos estamos orgullosos de ser como somos. De defender nuestros derechos. Pero que lo haga una madre, orgullosa de su hijo, pues toca la fibra, vaya que sí. Creo que en ese momento, pocos de los asistentes se mantenían con los ojos secos.

En muchas canciones hablan de ‘el amor está en el aire’ y cosas así. Y siempre pensaba que eran exageraciones. Pues mira, no siempre. En muchas ocasiones, notas el amor. A tu alrededor. Y notas que no eres el único que lo siente.

Yo nunca había estado en una boda no-religiosa. Tampoco había estado nunca en una boda gay. A la próxima, el rimmel waterproof y kleenex de los buenos, que los que llevaba el sábado, no me aguantaron nada.

Poco más puedo añadir que no se dijera ya. Sólo desearles todo lo mejor a Tony y a Jose.



(Fuente: Ambienteg.com)

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